viernes, 13 de agosto de 2010

S soñó que me clavaba un cuchillo de punta redondeada en el corazón, y que podía sentir muy nítidamente cómo entraba, primero traspasaba mi piel, después iba hundiéndose y perforando todo. en su terapia empezó a hablar mal de mí, y eso me parece muy bien. básicamente qué se puede hacer en la terapia? hay que confesarlo todo, purgar el alma. cuando era chica en mi colegio nos llevaban a confesar cada quince días, todos aprovechábamos muy mal la oportunidad, y en vez de licuar por el enrejado todo lo que odiábamos a los otros nos limitábamos a decir las malas palabras que habíamos dicho y las veces que nos peleábamos con mamá. entonces, más tarde, fuimos al psicólogo y !gran idea! tuvimos la gran revancha: !estaba hecho para confesarlo todo!. nos dan cuarenta minutos y hasta pagamos, entonces estamos en nuestro total derecho de aprovechar esa hora para hablar sin parar o para no decir nada, podemos hacer lo que queremos con ese tiempo. !eso es la libertad! pagamos para hablar, es hermoso el mundo. es una genialidad. yo hablo muy mal de casi todo el mundo ahí, y espero que todos hagan lo mismo que yo. cuando salgo todo es más claro, las pocas frases de mi confesora están por todos lados, resonando como pajaritos, o a veces como cuervos, pero en ambos casos ayudándome a caminar por la calle logrando correr la vista de todo lo podrido. bajo las escaleras eléctricas para tomar el subte y silbo una canción. o me compro una vauquita en el quiosco y pienso que estoy mejor, que es como si hubiese hecho gimnasia o tomado mucha agua y después haber hecho mucho pis. es como cagar también, claro que sí. A veces pienso, casi sin influencia, lo mal que está que alguien pase por el mundo sin ir al psicólogo, !¿cómo hace?!! es tremendo, cómo hace para no necesitar confesarlo todo? hay que cagar todo, para eso están los yogures esos de frutas, el mundo quiere mujeres que caguen mucho, ¿por qué? ¿se lo pusieron a pensar? ¿por qué quieren que caguemos tanto? porque quieren que estemos bien, y podamos pasear y comprarnos cosas, y para que hagamos las cosas que tenemos que hacer en el trabajo sin molestar a nadie, sin contestar mal a los que llaman para pedir datos de cosas. si cagamos somos felices, y cuanto más cagamos más felices somos, igual que cuanto más hablamos en nuestra terapia. y también tenemos el blog, y facebook y twitter, y así sacamos todo de adentro, todo, de a poco vamos poniendo todo afuera, !porque sí! por qué no? nadie dice por qué hay que hacerlo, pero todos lo hacemos porque sabemos que seguro es por nuestro bien. no puede ser malo ver fotos y palabras de otros en una pantalla, y a veces desear lo que otros tienen o piensan. aunque ellos ya no lo tengan, porque lo sacaron de sí. no puede ser malo. todos parecemos llenos de cosas con una vida enoorme, y nos gusta estar así, pensando esa idea, porque le da al mundo y al universo en general, la completud que necesitamos para no suicidarnos. pero ¿quién puede querer suicidarse hoy? es una estupidez, suicidarse en un gesto antiguo, en el 2000 la gente ya no se suicida, se suicidaban antes, suicidios majestuosos, con sogas, armas guardadas son sigilo en una caja durante meses, hasta qué !zas!, se volaban la cabeza de una vez. o el heroico robo de la escopeta a papá, já, esos sí eran grandes suicidios, la escopeta es un arma hermosa, mi papá tiene una sobre la cama que antes era mía, cada vez que los visito la veo, está en una funda gris pero sobresale. también estaban esos suicidios estoicos con venenos para ratas, la gente moría retorcida en el dolor más real que jamás hubiera sentido y era tanto tanto el dolor, que empezaban a dejar de sentirlo, porque el dolor anestesia, entonces morían, solos, en su cama. la madre de una amiga se colgó de la ventana, lo hizo justo el día en que mi amiga se quedaba en la casa hasta más tarde, cuando la llamó para desayunar y la señora no salió del cuarto, abrió la puerta y ahí estaba, alta, con la cabeza torcida y los pies de punta. fue en el 99 y fue el último suicidios que se registró.

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