
Todas las tardes Elena va al río. Se sienta en la arena, sobre una tela fucsia, y mira nadar a su marido. Estira las piernas mientras se ceba mate, le toma el tiempo. Él hace largos completos: ida y vuelta hasta la cascada. Crol a la ida, mariposa a la vuelta.
Elena, en esa calma espesa que se forma cuando se espera, se pregunta, qué va a pasar el día en el que a él le de un calambre y se hunda, ¿lo salvo?
Elena, en esa calma espesa que se forma cuando se espera, se pregunta, qué va a pasar el día en el que a él le de un calambre y se hunda, ¿lo salvo?
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